25.11.08

PRIMERA ENTREGA- LA MIRADA MAS INTIMA...( SUBGÉNEROS DEL BLOG)



EL OJO: FRAGMENTO DE UNA REALIDAD

“(...) se va articulando un espacio inédito de sujetos
expuestos, de fragmentos de existencia
superpuestos, una galaxia comunicativa
en la que lo público, lo privado y lo íntimo
se entremezclan en la red de redes(...)”
Urresti, 2008, 58

Un corpus fotográfico implica un sistema de relaciones establecido, en este caso, desde de una correlación de imágenes que exhiben una realidad social de los jóvenes a partir de su relación directa con Internet, y las posibilidades que este espacio tecnológico les brinda. Así, estas fotos de ojos publicadas periódicamente en diversos fotologs permiten distinguir un patrón similar entre los jóvenes al elegir mostrar parte de sí mismos para postear como una identificación general: la formación de la persona –y el desarrollo de su personalidad– a partir de fragmentos.
Estas imágenes fueron seleccionadas –y no otras- porque, a partir de un análisis riguroso, es posible observar en cada una de ellas el desarrollo de una personalidad única y diferente al resto, es decir, un ojo de un color, en una posición, con una luminosidad única; pero que a la vez implica un patrón común a partir del cual un grupo de jóvenes se muestran a la realidad y logran identificarse desde la exposición de una parte del cuerpo fragmentado: el ojo.
De esta manera, es posible determinar un eje de análisis específico que implica la percepción de los ojos como un fragmento de la identidad de cada joven, y a la vez como la presentación de lo más íntimo del cuerpo, de lo que no se ve directamente, de la mirada intangible, de los que los hace únicos pero a la vez los transforma en una masa homogénea de “ojos”.
A continuación, entonces, es posible establecer una hipótesis, determinando que las fotos del corpus son una manera de mostrar una realidad juvenil paradójica: mientras que cada ojo es único y diferente al resto, todo el corpus implica una sumatoria de ojos. Es decir que, cuando cada joven es particular y único, a la vez la realidad del fotolog implica la homogeneización social de varios jóvenes bajo una tendencia especial: postear fotos.
La fragmentación del cuerpo implica la exposición de una personalidad que se arma a través de diferentes fotos, o que, como en este caso, se muestra y desarrolla a partir de solo una parte del cuerpo: el ojo. Pero el ojo no es una parte más, sino que es el lugar por el cual los jóvenes miran y a través del cual son mirados. Cada foto muestra un ojo diferente que explicita un nivel de intimidad y de presentación de los jóvenes a partir del cual deciden mostrarse a la realidad.
EL TÓPICO: EL OJO

Una de las maneras de poder presentar claramente el tópico de un corpus fotográfico es a través de las isotopías. Mientras el tópico fija los límites al determinar las interpretaciones de un texto, la isotopía es un conjunto de categorías semánticas que permiten una lectura uniforme del texto. Así, “La función de las isotopías es la de facilitar la interpretación de los discursos o de los textos; de hecho, cada una de ellas detecta un contexto de referencia común a varias palabras, que no derive de sus significados específicos” (www.tlab.it).
De esta manera, podemos considerar en principio que el tópico del corpus fotográfico seleccionado es la imagen o la fotografía del ojo. A continuación, es posible determinar las siguientes isotopías: el reflejo de la realidad en los ojos implicando su relación con el contexto social, el ojo solo como una entidad aparte de su realidad espaciotemporal, el ojo como parte de una comunidad homogénea que se identifica a partir de la misma parte del cuerpo y, por último, la fragmentación del cuerpo mostrando sólo una parte del total.
De esta manera podemos estructurar estas isotopías a través de pares dicotómicos en el siguiente esquema:
El ojo

Lo real reflejado El ojo aislado




El ojo como El cuerpo
parte de un todo fragmentado

así, el ojo aislado en una foto deja de mostrar lo real y unificado para ser parte de una fragmentación virtual y ficticia del cuerpo. Además, lo real reflejado en el ojo permite mostrar al ojo como parte de un cuerpo, una comunidad, contraponiéndose a la unicidad y singularidad que implica la fragmentación y aislamiento del ojo.
Trasladando estas relaciones a la realidad social de los jóvenes que postean las imágenes de sus ojos en el fotolog, podemos considerar que este proceso muestra una continua tensión entre lo singular y único de cada ojo particular, por un lado, y la homogeneización de todos los jóvenes en una comunidad virtual donde se identifican a partir del mismo tópico, por el otro. Inclusive, lo real y lo ficticio se contraponen entre lo que muestra la mirada y lo que el productor de la imagen desea mostrar –y no mostrar- de sí mismo. A partir de este análisis, podemos crear un nuevo esquema de relaciones dicotómicas construyendo nuevas isotopías:
El posteo de imágenes

Comunidad Singularidad
Y unicidad personal



Lo real Lo ficticio

Finalmente en este contexto es posible definir además otro par de conceptos dicotómicos: lo público y lo privado. Lo privado hace referencia a la presentación de los jóvenes a partir de lo más íntimo de cada uno, reflejado claramente en el posteo de las imágenes de los ojos, donde las miradas implican lo que los jóvenes ven del mundo y cómo lo hacen y, además, la manera en que piensan ese mundo y se presentan a esa realidad: mediante una fragmentación continua que les permite convertirse en un todo comunitario.
En cuanto a lo público, la massmediatización de Internet implica que el fotolog de cada joven y las imágenes sea observadas, criticadas y analizadas por miles de personas diariamente, llegando simultáneamente a todos los confines del mundo y requiriendo sólo una exigencia: poder mirar; tanto lo que se muestra directamente como lo que se encuentra escondido entre líneas de cada imagen.

EL OJO COMO SIGNO

La semiótica es un conjunto de conceptos y operaciones destinado a explicar cómo y por qué un determinado fenómeno inmerso en un específico contexto social adquiere una significación y la manera en que ésta es comunicada. La semiótica de la imagen implica el análisis de las imágenes como, por un lado, una forma de comunicación, y por el otro, un lenguaje o representación que tiene sus propios códigos de emisión, producción y comprensión.
Según Umberto Eco (1994) un signo es cultural, social, histórico, e implica una convencionalidad, es decir, un acuerdo de sentido de los signos socialmente construidos. “Hay un signo cuando, por convención previa, cualquier señal está instituida por un código como significante de un significado” (168). Por su parte, Roland Barthes considera que “Un signo es lo que se repite. Sin repetición no hay signo, ya que no se le podría reconocer, y el reconocimiento es lo que fundamenta el signo” (en Joly, 2002:264).
Por otro lado, Charles Sanders Peirce considera que la función del signo es la de “(...) ser algo que está en lugar de otra cosa bajo algún aspecto o capacidad. El signo es una representación por la cual alguien puede mentalmente remitirse a un objeto” (Zecchetto, 2005:57). El signo o representamen crea en la mente de quien se dirige un signo equivalente. Es decir que, en el caso del corpus fotográfico seleccionado, las imágenes de los ojos provoca en quienes las miran su relación directa con los ojos elegidos para ser fotografiados.
Así, Peirce determina que existen tres clases de signos sumamente interrelacionados: los iconos, los índices y los símbolos. En cuanto a los iconos, Peirce explica “(...) que sirven para transmitir ideas de las cosas que representan simplemente imitándolas” (1999:2); es decir, determinando una semejanza. En segundo lugar, “(...) hay indicaciones o índices; que muestran algo sobre las cosas por estar físicamente conectadas con ellas (...)” (Peirce, 1999:2 y 3). Finalmente, los símbolos se relacionan directamente con su significado por el uso.
De esta manera, es pertinente observar, en la función de icono, que las fotografías de los ojos pretenden realizar una similitud entre el ojo como órgano de la vista en el humano, y el resultado de la puesta en escena del dispositivo fotográfico.
Por otro lado, cada foto es un índice cuando logramos ver que estas fotos indican que previamente se llevó a cabo el proceso tecnológico que permitió que esta fotografía fuera tomada. También, las imágenes de los ojos significan que previo a tomar la fotografía el sujeto eligió una perspectiva y una manera mediante la cual sacar la fotografía.
Por último, podemos considerar que estas fotos son símbolos porque dejan leer que a partir de estas imágenes es como se muestra la persona o como eligió expresarse a través del fotolog. Como lo explica Urresti, son maneras que los adolescentes “(...) eligen para presentarse abiertamente a los demás e iniciar contactos y citas” (2008:60).
Goszczynski, al analizar el rol de los fotologs o flogs en la comunidad de los jóvenes, explica que “En medio del gran despliegue de signos, la imagen del propio cuerpo es fundamental” (2008:135). Además, agrega que la mirada es primordial porque es la encargada directa de decodificar la manera en que los adolescentes se presentan a sí mismos.

EL OJO COMO IMAGEN, COMO SENTIDO Y COMO TEXTO

En el análisis fotográfico es posible encontrar tres herramientas conceptuales que permiten entender y explorar el signo fotográfico. En principio se encuentra el estatuto material, que hace referencia al estudio de la imagen fotográfica a partir de su dispositivo material. Para esto, Schaeffer considera que hay que establecer el arché de la fotografía, es decir, el principio primario de la fotografía, que es la impresión resultante de una gama de técnicas físicas, químicas y tecnológicas. De esta manera, la imagen fotográfica se convierte en una impresión química. Claramente, cada foto que se encuentra en este corpus es resultante de estas relaciones y derivan en su publicación en un espacio virtual.
El principio de la impresión fotográfica se ve limitado por sus posibilidades materiales, dándole espacio al segundo estatuto del signo fotográfico: el semiótico. En este punto, Peirce en el texto ¿Qué es un signo? (1894) señala que las fotografías en ciertos aspectos son como los objetos que representan. Sin embargo, “(...) este parecido es debido a que las fotografías están físicamente obligadas a corresponder punto por punto a la naturaleza” (3). De esta manera concluye que las fotografías no son íconos semejantes a la realidad, sino que pertenecen a la clase de signos denominados índices, por la conexión física entre el acto de tomar una fotografía y la fotografía como impresión química, o, en este caso, imagen digital publicada en Internet.
Por su lado, Schaeffer explica que el signo fotográfico está constantemente caracterizado por una tensión entre su presencia icónica y su función indicial. Así, define a la fotografía cono icono indicial, dado que es icono en tanto parece reproducir lo real mediante la semejanza; y es índice a raíz de su relación con la realidad. Así, podemos considerar que las fotos del corpus fotográfico son iconos en tanto parecen reproducir los ojos de los jóvenes fotografiados; y son índices cuando percibimos que mantienen una relación con el dispositivo fotográfico material .
Finalmente, Lorenzo Vilches (1983) desarrolla la consideración de la fotografía como texto. De esta manera, la fotografía es una unidad icónica a la que puede atribuirse un sentido unitario y “(...) que se manifiesta como un todo estructurado e indivisible de significación que puede ser actualizado por un lector o destinatario” (39). Además, agrega que las imágenes “(...) se transmiten en forma de textos culturales que contienen un mundo real o posible, incluyendo la propia imagen del espectador” (9). De esta manera, podemos reconocer que el corpus de fotos seleccionado funciona como texto porque contiene información del mundo real –los detalles faciales de los jóvenes- y porque, como lo determina Vilches, comunican algo, poseen un lector modelo, tienen un autor, reciben un dispositivo retórico reconocible, corresponden a un código y son una unidad globalizante e intertextual.

EL OJO: UNA HUELLA DEL PASADO
“Lo que las fotografías ponen
inmediatamente al alcance no es
la realidad, sino las imágenes”
Sontag, 2006, 231

En su libro El acto fotográfico. De la Representación a la Recepción (1986) Philippe Dubois explica que la fotografía es, ante todo, una imagen-acto, es decir, un verdadero acto icónico en si misma. Así, considera que la fotografía ya no es solo una imagen producida por un acto, y aclara que “(...) la separación tradicional entre el producto (el mensaje acabado) y el proceso (el acto generador realizándose) ya no es aquí pertinente” (1986:54).
Además, Dubois agrega que la fotografía es por naturaleza un objeto pragmático, al ser inseparable de su situación referencial. Por otro lado, considera que la fotografía en su aspecto elemental es una huella luminosa, un rastro de lo real. A partir de esta última consideración, Dubois establece que la huella fotográfica contiene tres principios generales: la singularidad, el atestiguamiento y la designación.
De esta manera, explica que al ser la imagen fotográfica la huella física de un objeto real, implica necesariamente el hecho de ser una imagen única, singular, porque, además, “(...) no remite sino a un solo referente, el «suyo», el mismo que la ha causado” (Dubois, 1986:65). Si trasladamos este primer principio al corpus fotográfico, es posible establecer que cada imagen es la huella o el rastro de un ojo y una mirada única, que, inclusive, muestra el perfil de una persona diferente y singular en cada fotografía.
En segundo lugar, el hecho de que la imagen sea la huella fotográfica de un referente único implica que la fotografía solo puede remitir a la existencia del objeto del cual procede, al atestiguamiento de la existencia de lo que da a ver. Así, las fotografías del corpus son testimonio del acto fotográfico llevado a cabo en un tiempo-espacio determinado, y son testigos de una realidad única y singular.
Finalmente, Dubois considera que la huella fotográfica tiene un último principio: el de designación. Así, “La huella indicial, por naturaleza, no sólo atestigua, sino, más dinámicamente aún, designa. Ella señala (...). Ella muestra con el dedo” (1986:69). Y concluye diciendo que su único sentido puede llegar a ser, precisamente, indicar, mostrando su relación con una situación referencial. De esta manera, podemos declarar que cada imagen del corpus fotográfico hace referencia solamente a una única realidad, señalando un punto claro: el ojo de cada joven como una manera en que los floggers eligen para presentarse en este mundo virtual.

LA MIRADA LITERAL Y LA MIRADA SIMBÓLICA

Roland Barthes considera que la fotografía transmite la esencia en sí de la realidad, es decir, lo real literal, lo real pero no tal cual es, sino que previamente codificado. Así, establece que “(...) la imagen no es real, pero, al menos, es el analogon perfecto de la realidad (...)” (1977:13). En La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía (2005) escribió: “Lo que la fotografía reproduce al infinito únicamente ha tenido lugar una sola vez: la Fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente” (28 y 29).
Así, explica que la imagen fotográfica contiene tres tipos de mensajes: un mensaje lingüístico , un mensaje denotado y un mensaje connotado. El segundo mensaje, la denotación, es determinado por la presentación de la fotografía como análogo mecánico de lo real. La imagen denotada implica lo literal y es codificado, perceptivo. De esta manera, los ojos fotografiados del corpus son la equivalencia establecida en una fotografía de los ojos reales.
Por otro lado, la connotación, según Barthes, no es captable directamente a través del mensaje, sino que se la encuentra a partir de los niveles de producción y recepción del mensaje. Así, esta imposición de un segundo sentido al mensaje fotográfico se elabora a partir de varios niveles de producción de la imagen: el trucaje, la pose, los objetos, la fotogenia, el esteticismo y la sintaxis. Los signos de la imagen connotada, o simbólica, provienen de un código cultural. La connotación de la imagen permite leer una fotografía de diferentes maneras a partir de los diversos individuos y los saberes que ellos contienen.
En el caso de los objetos, es posible destacar que los ojos del corpus fotográfico funcionan de esta manera porque “(...) son inductores habituales de asociaciones de ideas (...)” (Barthes, 1977:18), o, más precisamente, son auténticos símbolos porque implica un sentido determinado. Llevando esto a las imágenes, los ojos-objetos nos hacen pensar que son la fragmentación de un cuerpo, que son la manera en que los jóvenes ven la realidad y se hacen ver por el mundo.
Por otro lado, el corpus fotográfico seleccionado posee un sentido interno más allá de la imagen literal, dado que los ojos escogidos implican la presentación personal de cada persona que posteó la fotografía. De esta manera, es posible encontrar que estas imágenes muestran una parte sensible del cuerpo humano que a la vez esconde lo más íntimo de los jóvenes: la mirada. La mirada como punto de vista de, como dice Barthes, el Operator (que se utiliza a sí mismo y a su cuerpo como Spectrum) sobre la realidad que nosotros recibimos mediante las fotos y que a partir de nuestro saberes y de que “estamos mirando a quien nos mira” logramos reconfigurar.
Además, es posible encontrar en estas fotos la presentación de cada joven en un espacio donde las relaciones sociales se llevan a cabo a partir de la presentación de las fotografías. Pero este perfil que percibimos a través las fotos no es completo, en la medida en que las imágenes son fragmentos de una identidad, son sólo una parte ínfima pero a la vez única de todo el cuerpo. Es como que si cada ojo implicara la carta de presentación a conocer el resto del cuerpo y, de esta manera, de la persona.
El color de cada ojo y la “pose” de cada mirada muestran diferentes personas que eligieron presentarse al mundo a través de la misma parte del rostro. Inclusive, el reflejo en los ojos de lo que hay más allá de lo que nosotros podemos ver, implica realidades diferentes que se homogenizan en un conjunto de simples ojos humanos.

RETÓRICA DE LA “MIRADA”

En el análisis de las fotografías, Barthes analiza la retórica de la imagen a partir de las consideraciones de Hjelmslev en cuanto a los planos de la expresión y del contenido del lenguaje. De esta manera, en principio Barthes considera a la ideología como el campo común de los significados de connotación generales, globales y difusos. Además, dicho semiólogo asume que la ideología siempre es única para una sociedad y una historia dadas.
Así, “A la ideología general corresponden, en efecto, significantes de connotación que se especifican según la sustancia elegida” (Barthes, 1972). Los significantes de la connotación son los connotadores, y están formados por signos -significantes y significados- del sistema denotado. A continuación, Barthes denomina retórica al conjunto de connotadores, produciendo esto que el significante de la ideología sea precisamente la retórica. Para ser más específicos, Barthes explica que la retórica surge “(...) como la cara significante de la ideología, ‘el mensaje denotado’ que naturaliza el mensaje connotado” (en Joly, 2002:268). Así llega a la retórica de la imagen, diciendo que “(...) es específica en la medida en que está sometida a las exigencias físicas de la visión (...)” (1972) y considerándola como la articulación de lo denotado y lo connotado.
A partir de esta perspectiva es como se puede analizar el corpus fotográfico articulando lo denotado y lo connotado, teniendo claramente en cuenta que esto último implica un sentido y una ideología especial para cada caso. Así, cada ojo de las fotos involucra una concepción de la realidad diferente y un punto de vista único que son percibidos a partir de los ojos, de las miradas y de los reflejos de la realidad que se perfilan en los iris y las pupilas.

EL PUNTAZO Y EL REFLEJO

Barthes, al analizar la fotografía, marca un elemento fundamental que hacía que él tuviese un interés especial en la foto: el punctum. Así, define al punctum como el elemento de la fotografía que perturba el studium provocando un flechazo o puntazo en el receptor. Es el detalle que provoca que el centro de la fotografía deje de ser lo que el fotógrafo puso intencionalmente y pase a ser lo que descubre el espectador. El punctum logra que la fotografía deje de ser cualquier imagen, otra más en el montón; “(...) el punctum: tanto si se distingue como si no, es un suplemento: es lo que añado en la foto y que sin embargo está ya en ella” (Barthes, 2005:92).
Jacques Derrida, analizando a Barthes en Poétique (1981), considera que “(...) el punctum está fuera del campo y fuera del código. Lugar de la singularidad irreemplazable y de lo referencial único, el punctum irradia (...). Este singular que no está en ninguna parte del campo, helo aquí que moviliza todo y por todas partes, se pluraliza” (Derrida en Dubois, 1986:73).
De esta manera, en el corpus fotográfico existe, en general, un punctum específico: el reflejo de las luces y la realidad de producción de la imagen en las pupilas y los iris de los ojos fotografiados; cuando posiblemente el objetivo del fotógrafo haya sido el de impactar con la mirada o con un color particular del iris. Así, en estas imágenes el reflejo en las miradas hace que se pierda el centro de atención preestablecido para concentrarnos en lo que se encuentra más allá de la imagen en sí misma, de la realidad vivida en el momento en que se tomo la fotografía.
El punctum hace que uno tenga el deseo innato de conocer lo que se encuentra más allá del ojo, de encontrar la totalidad corporal del Spectrum, lo que siente y percibe de la realidad, lo real del momento en que fue tomada la fotografía. Además, a partir de este detalle, de este puntazo, uno se acuerda de la imagen, es decir que, sin mirarla, recuerda como está formada la fotografía.
En ese deseo de ver lo real más allá del ojo aislado lo muestra como fragmento de una realidad y un contexto que eligió ese ojo como la perspectiva presentable. Sin embargo, el punctum, lo real reflejado, hace que se vea que después de ese ojo hay un más allá, hay una historia y una persona a ser descubiertas a partir de un fracción del cuerpo humano.
En el caso de la imagen 1), es muy claro que detrás –o más precisamente delante- de ese ojo de perfil se encuentra una persona y un espacio abierto. Esto nos informa, indirectamente, del contexto en que fue tomado la imagen, y provoca que el centro de interés no sea toda la imagen, sino la realidad escondida en esa mirada. Mientras tanto, en el resto de las imágenes el trasfondo no es tan preciso, aunque en varias de ellas se ve algo más que simplemente una luz blanca.

MUCHO MÁS QUE AMOR A PRIMERA VISTA

Laura Goszczynski explica que los flogs sirven a los jóvenes para presentarse a sí mismos hacia sus pares y a la vez interactuar con ellos. De esta manera, las fotografías funcionan como el prólogo de un libro donde se ve el perfil y el objetivo de quien escribe, por lo cual las imágenes son lo que uno logra saber de esa persona que, precisamente, sólo conocemos a través de las fotografías.
El flog funciona “(...) como una vía para manifestar la propia identidad, y a la vez, fijar una pertenencia grupal” (Goszczynski, 2008:128). Así, las fotografías del corpus muestran ojos de diferentes colores y formas, vistos desde varias perspectivas, que reflejan realidades únicas; pero a la vez provocan la identificación de varios jóvenes al presentarse a partir de un fragmento del cuerpo: el ojo.
Además, las fotos de los fotologs muestran la suprema intimidad corporal de los jóvenes que las postean, provocando un hecho sumamente particular: “(...) las categorías de lo público y lo privado sucumben ante la irrupción de lo íntimo exacerbado(...)” (Urresti, 2008:58). Así, los ojos del corpus exponen lo más oculto y privado del posteador, porque a través de la mirada es como se logra identificar, muchas veces, lo que siente la persona. Inclusive, la mirada es fundamental porque es la que percibe la presentación del posteador ante los otros, y el hecho de que quienes postean elijan presentarse a través de sus propias miradas implica que a través de los ojos podamos ver la manera en que ellos ven. Su mirada nos interpela, nos dicen la manera en que nosotros debemos mirarlos y reconocerlos.
Urresti detalla que existen tres causas fundamentales a partir de las cuales los jóvenes se atreven a publicar sus mayores intimidades en un medio sumamente mediatizado como lo es Internet. Así, en primer lugar, considera que los adolescentes “(...) son hijos de una cultura mucho más permisiva respecto de la sexualidad que aquella que vivieron las generaciones anteriores,(...)” (2008:57). En segundo lugar, su rol de adolescentes que se abren a los mundos del amor, la sexualidad y la seducción hace que lleguen a la apertura pública de lo más íntimo. Y por último hace referencia a la suprema presencia en la actualidad del sujeto-ego como punto y principio de toda situación y realidad.
Pero la exacerbación de la intimidad no es aleatoria y sin sentido, sino que, como lo explica Urresti, permite el encuentro entre jóvenes y, de esta manera, la estructuración de una comunidad virtual que comparten gustos y tópicos específicos. Esto permite que en los fotologs surjan los links y los favoritos como espacios del flog donde los floggers eligen a sus contactos preferidos.
Así, en el caso del corpus de los ojos, uno de los fotologs llamado eyesxobsession me permitió derivar, a través de los flogs favoritos, a los otros dos donde también se postean imágenes de ojos: uno denominado eye y el otro manos_ojos_bocas. Los tres espacios provienen de la página www.fotolog.com. Estas especificaciones ejemplifican claramente la formación de redes sociales no sólo en el espacio virtual llamado Internet, sino también en el microespacio de los fotologs, que por medio de la invitación y la aceptación van estrechando estos lazos comunitarios.
En resumidas palabras, las fotografías del corpus son la presentación de cada joven en esta comunidad massmediatizada y sin límites reconocibles que hace que cada uno sea conocido a partir de lo que su mirada refleja y muestra/ esconde. Además, el ojo como fragmento de un todo corporal, de un corpus, presenta a los jóvenes como una parte de una masa de personas que postean fotografías similares pero que, a la vez, se identifican individualmente con sus imágenes.

lA VENTANA HACIA MÁS LO ÍNTIMO

Podemos considerar, de esta manera, que la imagen del ojo como presentación de una persona y como fragmentación del cuerpo implica una considerable sucesión de análisis socioculturales para poder entender lo que se encuentra más allá de lo literal en estas fotografías.
Así, mediante Peirce y Schaeffer, entre otros, determinamos que estas fotografías son mucho más que simples imágenes, porque también mantienen una relación indicial e icónica con el contexto de producción, dado que a partir de ellas es posible pensar el proceso de construcción de la imagen y su relación directa con aquello a lo que se asemeja: el ojo humano.
Además, Barthes nos permitió entender también que estos ojos no son sólo semejanza de una realidad corporal y tangible, sino que pueden ser analizados connotativamente para poder vislumbrar un entramado social específico, como lo es, en este caso, el contacto entre jóvenes a partir del posteo de fotos en un espacio virtual. Inclusive, el detalle llamativo de cada imagen no es el mismo para cada observador ni, en muchos casos, el que el fotógrafo pretendió como su punctum.
Dubois nos permitió ver que cada fotografía es única, que cada imagen es testigo de una sola realidad que a la vez otras imágenes no podrían mostrar, y que el corpus fotográfico seleccionado nos señala a los ojos y las miradas como punto de partida de los jóvenes para ser conocidos –e inclusive reconocidos- en esta comunidad virtual.
Finalmente, es posible entender la relación de estas imágenes con el mundo de los fotologs a partir de los estudios de Urresti y Goszczynski, para poder comprender así que estos ojos no son simplemente “estos ojos”, sino que además reflejan una realidad única de cada joven que a la vez los hace agruparse como un todo homogéneo en un espacio de Internet que les permite comunicarse entre ellos y compartir las maneras de vivir, de ser y de entender y ver al mundo.
Entonces podemos decir que este método juvenil de presentarse a la realidad a través de la fragmentación de sus cuerpos, y sobre todo, a través de lo que muestran sus ojos, nos permite entender que a cada instante nos muestran lo más íntimo de su propio ser. Además, cada ojo es singular, hasta que observamos el corpus completo y entendemos que las imágenes juntas forman un sistema cerrado en el cual todos sus integrantes son similares, lo que implica que se forme una comunidad virtual a partir de una concepción compartida.
Por otro lado, lo íntimo se convierte en lo más público, teniendo en cuenta que es publicado en uno de los espacios más mediatizados que existen hoy en día. Además, los ojos terminan significando la manera en que los jóvenes miran al mundo y pretenden ser mirados a través de su presentación fragmentada y a la vez sumamente completa, porque el reflejo de las miradas muestran mucho más de lo que el ojo desea mostrar.

REFERENCIA DE LAS IMÁGENES:
 www.fotolog.com/eyesxobsession: imágenes 2): posteada el 7-10 por bar_skull_neto; 5): posteada el 30-9 por fercete; 6): posteada el 6-10 por spiral_out; 7): posteada el 6-10 por wintry_sky; y 8): posteada el 8-10 por yosoynalia.
 www.fotolog.com/eye: imágenes 1): posteada el 28-10 por decimekitty; y 3): posteada el 21-10 por misojossonverdes.
 www.fotolog.com/manos_ojos_bocas: imagen 4): posteada el 2-10 por i_mag

AUTOR; DARÍO MACHADO

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